jeudi 28 avril 2011

mardi 26 avril 2011

INCENDIES

 Trueba kanpoan itsatsitako kritikan irakurri dudan bezala, eszena ederrak ditu, beste edozein salatan ikus ezin daitezkeen modukoak: hasierakoa adibidez, militarrak umeei ilea mozten; edota hainbatetan aipatutako autobusarena (amabirjinaren argazkia fusiletan). Elkarrizketek ere bai, merezi dute. Oso ongi girotua iruditu zait bestalde, asmatu dute Ekialde Hurbileko lurraldeari izenik jarri gabe, eta hari ezberdinak ere ondo lotzen jakin dute.
Hala ere, amaierak ez ote duen kirrinka egiten… Matematikoegia eta zirkularregia iruditu zait filma, sinesgarritasunaren kaltetan, aurreko ekintza guztiak azkeneko kolpe hori emateko diseinatuta baleude bezala. Horregatik esango nuke ez dituela bost izarretatik bostak merezi; lau pasatxo bai, ordea.
P.d.: amaitutakoan, ohiko irudipena -zineko iluntasunetik beste mundu erabat ezberdin batera irtetearena (eguzkitsuagoa, seguruagoa, asaldamendurik gabea, bueltakoan mahai gainean bero zain neukan afariarena)- biderkatua sentitu dut.

lundi 25 avril 2011

LA GUERRA

Luiso Berdejo y Jorge C. Doradoren film labur aparta. Arrasateko liburutegiko gomendio-liburuxka eder horietako batetik arrantzatua. Koldo Almandoz -ek eginiko zerrendan, zinegilearen kuttunena. Ea zer moduzkoa iruditzen zaizuen:

TERMINAL (AITZOL ARAMAIO)

Roberto Moso-ren ipuin batean oinarritua, Aitzol Aramaioren Terminal film laburra:

mardi 19 avril 2011

J.C.A. (III)

Gure irakasle J.C.A.-ren esaldi eta digresio mitikoak ez ditut ahaztu, ez. Noizbehinka, apunte artean, hark bota ahala kopiatzen ditut, hona aleka ekartzeko. On egin!
“Si pones un cable en una oreja y otra en la otra con 24 voltios, no te pasa nada. Bueno, a ver; igual sí, igual te caes al suelo del susto y te mueres del golpe mecánico...
Pero lo que quería decir es que cuando vayas a trabajar a una fábrica y veas un letrero de 690 voltios, atrás. Atrás, e. Dos metros, tres metros, lo que puedas, pero atrás. Las primeras dos-tres semanas, hasta familiarizarte bien con el tema, ni te acerques a la máquina.
Porque sabréis que si chupas 230 voltios te mueres, ¿no? Pero te mueres para siempre, e, para siempre. ¡Los esfuerzos que han hecho vuestras madres para que no chupéis el enchufe!”

FUKUSHIMA MON AMOUR

Historiako istripu nuklear ezagunenen azken atala ekarriko dut hona, Hiroshima eta Fukushimaren ingurukoa. Lotsa handirik gabe leku guztietatik kopiatutakoak biltzen maisu garen ikasle unibertsitariook, topa! 
Azken kapitulu honetan Hiroshima mon amour filmetik abiatuta lotu ditut bi hondamendiak. 
Pelikula bat ikusteko eta komentatzeko edozein aitzakiataz baliatzen naizela? Ez da azken aldia izango...
Oharra: *1,*2 eta *3 aipuak pelikula horretatik bertatik atera ditut.


De Hiroshima a Fukushima
La explosión de la primera bomba atómica en Hiroshima cambió totalmente la concepción de la geopolítica, de la convivencia entre pueblos y de la seguridad que se tenía hasta entonces. La humanidad, por primera vez en su historia, se percató dramáticamente de que tenía suficiente tecnología como para crear una bomba que destruyese todo el mundo.
He visto cabelleras anónimas, que las mujeres de Hiroshima descubrían enteras, por la mañana al despertarse*1
            Albert Einsten, por ejemplo, al haber recibido la noticia de la explosión de la bomba atómica en Hiroshima, deploró su adhesión al Proyecto Manhattan y lamentó, asimismo, los años dedicados a la ciencia. Esto le hizo decir que de saber los resultados “hubiera preferido ser fontanero”.
La lluvia da miedo, lluvias de ceniza sobre las aguas del pacífico, las aguas del pacífico matan, pescadores del pacífico han muerto, la comida da miedo, se tira la comida de una ciudad entera, se entierra la comida de ciudades enteras*2
            Japón fue el primer y hasta ahora único país que ha sufrido en sus propias carnes un ataque nuclear. En Hiroshima hubo 200 000 muertos y 80 000 heridos en nueve segundos. En nueve segundos, son cifras oficiales. “Hubo 10000 grados sobre la tierra, reinó un profundo desorden, Hiroshima entera fue arrancada de la tierra y volvió a caer hecha cenizas”; la bomba arrasó el 60% de la superficie de la ciudad. Fue el principio del fin de la II. Guerra Mundial.
Para mí, en Francia, Hiroshima significaba el final de la guerra. Quiero decir, el punto final. El estupor ante su atrevimiento, ante la idea de que lo consiguieran. Y para nosotros el comienzo de un miedo más conocido. Y también la indiferencia. El miedo a la indiferencia*3
            Hiroshima mon amour, obra maestra de Alain Resnais con guión de la célebre escritora Marguerite Duras, cuenta la historia de amor entre una actriz francesa y un arquitecto japonés. Estrenado en 1959, tiene como escenario un Hiroshima renacido de sus propias cenizas radiactivas, pero a la vez un Hiroshima que sufre todavía las consecuencias más crudas de la bomba. Una ciudad que todavía no acaba de olvidar las cabelleras caídas, los familiares muertos, el dolor y el miedo.

            Desgraciadamente, las muertes, el dolor y el miedo han invadido otra vez Japón, esta vez en forma de tsunami y desastre nuclear. Varios medios se han valido de la película anteriormente mencionada para, utilizando una licencia artística, titular sus reportajes Fukushima mon amour. Y el titular, en este caso, no es desproporcionado: el tsunami y posterior desastre nuclear de Fukushima han sido tildados por el primer ministro Naoto Kan como causantes de la “crisis más grave que ha sufrido Japón desde la II. Guerra Mundial”.

El tsunami y el posterior desastre nuclear
Todo comenzó el 11 de marzo de 2011, cuando un terremoto de magnitud 9,0 sacudió la costa nordeste de Japón. Ese día los reactores 1, 2 y 3 estaban operando, mientras que las unidades 4, 5 y 6 estaban en corte por una inspección periódica. Cuando el terremoto fue detectado, las unidades 1, 2 y 3 se apagaron automáticamente, a las 14:46. Después de que los reactores se apagaran, paró la producción de electricidad. Los motores diesel de emergencia para la generación de electricidad comenzaron a funcionar normalmente, pero se detuvieron abruptamente a las 15:41 con la llegada del tsunami que siguió al terremoto.
Pero situémonos primero: ¿cuáles eran las características de los reactores? ¿De qué tipo eran? La central comprendía seis reactores de aguan en ebullición (BWR), y está gestionada por Tepco, la compañía eléctrica más grande de Japón y la tercera más grande del mundo tras la francesa E.D.F. y la alemana E.ON.
¿Qué pasó, entonces, después de que el sistema de refrigeración diesel fallase? La potencia residual del combustible nuclear conllevó una disminución del nivel de agua en la vasija del reactor, dejando al descubierto parte del combustible. La parte que se quedó sin refrigeración se degradó, lo que produjo la deterioración y oxidación de las vainas por el vapor (a la vez produciendo hidrógeno), y causando la fusión parcial del combustible.
En los reactores 1, 2 y 3 se expulsaron vapores y gases no condensables, especialmente el hidrógeno producido en la oxidación de las vainas, con el objeto de mantener la presión en el interior de la vasija en torno a valores aceptables. Estas purgas voluntarias son la principal fuente de la radiactividad que se detecta en el exterior de la planta, pues el vapor (aunque filtrado) contiene trazas de algunos isótopos radiactivos como Yodo 131, Cesio 137, Xenón 133, Xenon 135 y Kriptón 85, de los cuales sólo el Cesio 137 y el Yodo 131 son preocupantes; los demás no son absorbidos por el cuerpo humano.
El 12 de marzo de 2011, la estructura superior del edificio del reactor nº1 explota debido a la acumulación excesiva de hidrógeno, causando el desmoronamiento del techo. Sin embargo, el edificio de contención se mantiene intacto. El 15 de marzo de 2011 a las 6h40 hora local, el reactor 2 es también víctima de una explosión por hidrógeno. Según la Autoridad de Seguridad Nuclear, la contención ya no es impermeable. Las explosiones indican que las barras de combustible han estado, al menos temporalmente, expuestas, pero han tenido lugar fuera de la vasija del reactor y del edificio de contención primaria, por lo que sólo habrían afectado al techo de protección de la maquinaria.  No hay contaminación radiactiva por esta causa.
Y entretanto, ¿qué pasa con los reactores nº 4, 5 y 6? Estos reactores estaban cerrados para efectuar las inspecciones de mantenimiento a la hora del terremoto. Sin embargo, no quiere decir que no corran peligro: el 15 de marzo a las 8h, la sala de operaciones del reactor 4 es víctima de dos grandes explosiones que causan dos brechas de, aproximadamente, 8 metros de largo en la pared exterior del edificio del reactor. Estas explosiones son a priori debido a un incendio que estalló en la piscina de refrigeración del combustible ya usado. Hay que tener en cuenta que este combustible debe ser refrigerado por agua durante años hasta que se enfría lo suficiente para ser trasladado para su reprocesamiento o almacenamiento.

Política energética japonesa
Japón se encuentra entre los principales países en la producción anual de electricidad (1.017.498 millones de KWh en 2003). Las centrales térmicas, mediante el uso de carbón o productos del petróleo, generan el 63,72% de la electricidad, las instalaciones hidroeléctricas el 10,23% y las plantas nucleares el 23,31 por ciento.
La carencia de unos recursos de energía nacionales adecuados hace que Japón dependa de las importaciones de combustible para hacer frente a sus necesidades energéticas. Pero, a pesar de tener fuentes limitadas de energía natural, posee un sector industrial en crecimiento y una gran población con uno de los niveles de vida más elevados del planeta. Para lograrlo ha seguido una agresiva política de energía nuclear y actualmente obtiene cerca del 31,94% de su energía a partir de plantas nucleares. Antes del accidente, había expectativas de llegar hasta el 60% hacia el año 2030. Esta política de desarrollo de la energía nuclear quería dar respuesta a las emisiones de gases con efecto invernadero: hay que tener en cuenta que el 5% del total de las emisiones mundiales proviene de Japón.
Durante los años 1960 Estados Unidos apoyó a Japón para que adoptara la energía nuclear; Estados Unidos era entonces el dueño de la tecnología nuclear y dominaba la minería de uranio y boro. General Electric y Westinghouse fueron las empresas encargadas de instalar una red de plantas nucleares en Japón. Japón se incorporó a la OIEA, organización promovida por Estados Unidos, y firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear.
En Japón, hasta la fecha del accidente, había 53 plantas nucleares en funcionamiento. La ubicación de estas plantas, en lo que respecta a los riesgos de terremotos, almacenamiento de desechos nucleares, importación de combustible nuclear, y exportación del combustible consumido para su reprocesamiento, tal como lo ha confirmado el reciente desastre, plantea importantes riesgos medioambientales y de seguridad.
Ya es sabido que los desastres naturales forman parte de los riesgos de vivir en Japón. En los bordes de las placas se concentra actividad sísmica, volcánica y tectónica. Debido a que este país se encuentra en el Anillo de Fuego, el círculo sísmico de la cuenca del Pacífico, está sujeto a numerosos terremotos. Además, en Japón se encuentra el 20% de los volcanes activos del planeta.
            ¿Modificará Japón sus expectativas nucleares después del accidente? ¿Conseguirán controlar del todo el caos nuclear de Fukushima? ¿Cuántas décadas necesitarán la tierra y las costas japonesas para poder vivir y volver a comer de ellas? Son cuestiones todavía sin resolver. Lo único sabido es que el desastre de Fukushima será un elemento muy importante a tener en cuenta en la reconstrucción de nuevas centrales y en la reestructuración energética mundial de los próximos años.
            Sólo cabe esperar que en un futuro próximo la ciudad renazca, las calles se reconstruyan y que los habitantes de Fukushima puedan declarar aquello que Emmanuelle Riva, la actriz francesa que actúa en Hiroshima mon amour, decía atónita para sí: “cómo iba a sospechar que esta ciudad estaba tallada a la medida del amor”…

vendredi 15 avril 2011

Three Mile Island -Pensilvania, Estados Unidos- (1979)


           El accidente de Three Mile Island fue el primero en golpear mundialmente la conciencia ecologista. Fue tan grande el impacto social generado que los EE.UU. no han construido ni una central nuclear desde 1979, y entre tanto han apostado principalmente por el gas natural. Sin embargo, siguen siendo uno de los mayores productores: el 30% de la energía de origen nuclear generada en el mundo es estadounidense.
            Doce días antes del accidente, el 16 de marzo de 1979, casualmente, se acababa de estrenar una película en las salas de EE.UU.: El síndrome de China, en la que se narran fallos y encubrimientos en una central nuclear. La película, como en tantos otros casos, está destinada a loar la actitud de un anónimo american hero, en este caso un ingeniero de control de la central, que hace frente al lobby nuclear poniendo en juego su vida para salvar a los americanos de una posible catástrofe atómica. El título alude a la posibilidad de que, en caso de meltdown, el combustible nuclear fusionado -convertido en una bola de calor radiactiva incontrolada- se filtraría a través del suelo, hasta llegar al lado opuesto del planeta. Y aunque China no esté en las antípodas de California, el nombre y la película cuajaron en la cultura popular. 
            La razón de este éxito es evidente: la película mostró que lo que parecía imposible podría suceder. Que muy improbable no significaba imposible. Y, desgraciadamente, los hechos confirmaron un par de semanas después lo que la película sugirió.
El reactor número dos de la Three Mile Island (TMI-2), de potencia instalada 900 MW y tipo PWR, llevaba 90 días funcionando cuando se produjo el accidente, el 28 de marzo de 1979. Todo comenzó con el fallo de las bombas principales de alimentación de agua del sistema de enfriamiento secundario. Esto modificó instantáneamente las condiciones termodinámicas en el generador de vapor, disminuyendo su capacidad de enfriamiento del circuito primario. Por ello, la presión en el circuito primario aumentó inmediatamente, por lo que, al tercer segundo, la válvula de seguridad del reactor se abrió automáticamente, y el reactor y la turbina se apagaron. A esto le siguieron varios fallos de válvulas, aparentes incoherencias de los detectores y errores humanos. De hecho, este accidente ha sido objeto de interés para los estudiosos del factor humano como ejemplo de cómo grupos de gente reaccionan y toman decisiones bajo tensión. Afortunadamente, los sistemas de refrigeración funcionaron bien.

            Años de estudio probaron que el 45 % del núcleo se fundió, y que el 20 % se derritió al fondo de la cuba. A pesar de todo, la cuba no fue agujereada, y la parte fundida quedó dentro; del mismo modo, a pesar de las deformaciones importantes y fusiones parciales, el reactor aguantó bien, y el vertido de productos radioactivos al medio ambiente fue parcialmente débil (aún así, es difícil encontrar cifras fiables para cuantificarlo).
            La planta fue sometida a un largo proceso de descontaminación que comenzó en agosto de 1979 y no terminó oficialmente hasta diciembre de 1993, con un coste total de cerca de 975 millones de dólares. Entre 1985 y 1990 se eliminaron del sitio casi 100 toneladas de combustible radiactivo. Sin embargo, sigue requiriendo mantenimiento y gestión ininterrumpidos. A día de hoy, la central está a la espera de una decisión, que podría eventualmente ser un desmantelamiento completo.

READING AND WRITING (XIII): JUAN MARSÉ


Juan Marsé irakurtzen:



Juan Marsé idazten:


lundi 11 avril 2011

EL ACCIDENTE DE CHERNÓBIL A TRAVÉS DEL OBJETIVO DE IGOR KOSTIN


"Lasciate ogne speranza, voi ch'intrate"
Canto III, Infierno (La Divina Comedia), Dante Alighieri

Resulta estremecedor imaginar todos aquellos militares, representantes del partido, reservistas y trabajadores soviéticos cruzando el cartel que daba la bienvenida a Chernóbil: “Buena suerte en tu camino”. Parece hoy el eco de la famosa inscripción que Dante, acompañado de Virgilio, lee cuando cruza la puerta del infierno: "Abandone toda esperanza, aquel que entre aquí".

Ha sucedido algo en Chernóbil
            Todo sucedió el 26 de abril de 1986, cuando el equipo que operaba en la central se propuso realizar una prueba con la intención de aumentar la seguridad del reactor. Durante la prueba en la que se simulaba un corte de suministro eléctrico, un aumento súbito de potencia en el reactor 4 de esta central nuclear produjo el sobrecalentamiento del núcleo del reactor nuclear lo que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior.
            Fueron arrojadas a la atmósfera unas 200 toneladas de material fisible con una radiactividad equivalente a entre 100 y 500 bombas atómicas como la que fue lanzada sobre Hiroshima.
            Aquella mañana, un helicóptero partió de Kiev para sobrevolar la central en misión de reconocimiento:
“Gotas de sudor caliente resbalan por mis antebrazos. La temperatura es muy alta, pero no vemos fuego. Abro la ventanilla, automáticamente, como hago siempre para evitar los reflejos. Ajusto mi cámara y saco una foto. Una gran bocanada de aire caliente llena la cabina del helicóptero. Al momento, me entran ganas de rascar el fondo de mi garganta. Es una sensación nueva y extraña. Trago la saliva con dificultad. Probablemente se deba a los vapores tóxicos del incendio”.
            Así fue como Igor Kostin tomó el único cliché en el mundo con fecha del mismo día del accidente. Este reportero, que en la época representaba a la agencia de noticias Novosti, fue el encargado de retratar el infierno que siguió a los meses posteriores a la explosión y publicó en 2006 un libro que recoge aquella experiencia: “Tchernobyl, confessions d’un reporter”. Esta singular foto, de aspecto granulado debido al nivel extremadamente elevado de las radiaciones, no fue el único que tomó; empero, las otras veinte que sacó antes de que su disparador se bloquease, estaban cubiertas de una película opaca.


            De hecho, ni la tecnología más avanzada podía hacer frente a las radiaciones: “Al principio, consideraron que al estar algunas zonas muy contaminadas, utilizarían robots. Enviaron especialmente un robot alemán muy perfeccionado sobre la cubierta de la central. Pero se negó a obedecer, la radiactividad perturbaba incluso a las máquinas. Después avanzó hacia el borde de la cubierta, y se precipitó al vacío. Parecía que hubiese querido saltar”.

Un ejército de “robots biológicos”
            Un popular chiste de aquel momento decía: En el mercado, una mujer grita: “¡Compren mis hermosas manzanas de Chernóbil!” Un hombre le dice: “¡Pero deje de gritar eso! Si no, nadie comprará sus manzanas.” La mujer le contesta: “¡Desengáñese! Me compran bastantes: hay quien las compra para su suegra, hay quien las compra para su mujer…”
            Según el testimonio de Igor Kostin, “con los liquidadores, el ambiente era distendido, alegre. Bromeábamos sin parar, como si la catástrofe en la que estábamos sumidos no existiese en realidad”. Sin embargo, las condiciones de los trabajadores eran extremas. La radiactividad destruía los circuitos electrónicos de las máquinas automáticas o teledirigidas, por lo que toda la labor de descontaminación fue llevada a cabo por hombres, llamados “liquidadores” o “robots biológicos”. 
“Se ignora si todas esas personas eran realmente voluntarios. Pero lo que está claro es que sin su sacrificio, las consecuencias del accidente habrían sido mucho peores, (…) peores en toda Europa de la que la mitad de su población habría tenido que ser desplazada y la mitad de su superficie habría dejado de ser cultivable. Los liquidadores tal vez no pudieron elegir librar esta guerra, pero pusieron a disposición del poder una de las pocas cosas que aún se podían poseer en la URSS: su vida”.
“En la cubierta, no debían quedarse más de cuarenta segundos. El tiempo de echar una o dos paletadas de residuos radiactivos en el agujero abierto del bloque nº4. A veces, el nivel de radiactividad alcanza diez mil roentgen (100 Sv). Y nadie había ni siquiera simplemente imaginado que era posible trabajar a diez mil roentgen. Suena la sirena. Ocho soldados salen corriendo y se precipitan a la cubierta. Cuarenta segundos después, suena la sirena otra vez: vuelven, siempre corriendo”.
 Hubo voluntarios que se sumergieron en la reserva de agua pesada de la central, justo debajo del reactor, para abrir la válvula de vaciado. Obreros especializados vinieron de toda la URSS para construir el sarcófago que aísla la zona explotada, toda una obra de ingeniería, si se toman en cuenta las condiciones y el tiempo en el que se construyó. Kostin vio a hombres “trasladando bloques de grafito radiactivos con las manos desnudas”. Los pilotos sufrían mareos en pleno vuelo, a trescientos metros por encima del reactor, donde la radiactividad alcanzaba los mil ochocientos roentgen por hora (18 Sv). En el documental censurado por el gobierno “Crónica de días duros” de Volodia Shevchenko, se puede ver cómo cae un helicóptero MI-8 después de haber chocado contra el brazo de una grúa. El mismo Shevchenko murió poco tiempo después de haberlo grabado, a consecuencia de las grandes dosis de radiación a las que estuvo expuesto. Antes de morir confesó que sólo se arrepentía de lo que no grabó en Chernóbil.

2011: Año 25 después de Chernóbil
Las magnitudes de la tragedia humana de Chernóbil son escalofriantes. Los datos ofrecidos por las autoridades indicaron en aquel momento que 31 personas murieron como resultado del accidente, pero el número exacto de muertes causadas por la radiación aún se desconoce. El accidente forzó al gobierno de la Unión Soviética a la evacuación de unas 135.000 personas y provocó una alarma internacional al detectarse radiactividad en diversos países de Europa septentrional y central. El gobierno ocultó la catástrofe las primeras dos semanas y mintió informando de una forma breve que había sucedido un accidente muy controlado y nada alarmante en la central.
10 millones de personas fueron directamente afectadas, junto con todos sus descendientes. En el informe de Greenpeace de 2006 se afirma que "las cifras publicadas más recientemente indican que sólo en Bielorrusia, Rusia y Ucrania el accidente podría ser responsable de 200.000 muertes adicionales en el periodo entre 1990 y 2004”.
Por otra parte, en el perímetro de seguridad que rodea la central están abandonados un millón de metros cúbicos de material, sin catalogar ni señalar. Todos los helicópteros, bulldozers, camiones… que se utilizaron en la descontaminación siguen ahí. Sin embargo, al estar sin ningún control, todo material de valor fue desvalijado por ladrones. ¿Quién no te asegura que tu coche no tenga un tornillo con material radiactivo de Chernóbil?
 En la guerra sabes que la muerte te vendrá en forma de bala, de bomba o de misil, y puedes intentar esconderte de ella detrás de una roca, con un chaleco antibalas, o en las trincheras. Pero es tal la sofisticación del infierno que ha creado el hombre, un infierno que ni Dante podría haber imaginado, que no hay manera de esquivar la muerte. La radiación no la sientes, no la ves, pero te mueres igual, para siempre. La única diferencia es que las malvas que criarás serán radiactivas…